Se ha hablado muchas veces del idioma del teatro, ya sea refiriéndose
a términos propios de la actividad como a el poder que tiene el teatro de transformarse
a si mismo en un mensaje capaz de ser entendido más allá de las palabras y más
allá de las fronteras.
Hoy quiero usar este término, para intentar abrir una nueva
dimensión sobre esto; el idioma del teatro reducido a la actuación como un
idioma propio de los actores.
Cuando oímos a una persona hablar en un idioma que nos es
ajeno al entendimiento, tan solo escuchamos sonidos encadenados, que traen como
respuestas otros sonidos que ni siquiera parecen palabras, sino balbuceos y
hasta onomatopeyas.
La razón por la cual, esos sonidos no se convierten en palabras
para nuestro entender, es porque no podemos relacionarlos con imágenes. No
aprendimos a ilustrar esos sonidos y que se fijen en nuestra mente.
Los seres humanos, no procesamos las palabras sino a través
de las imágenes que ellas nos ilustran y de esa manera activamos el proceso de
entendimiento.
El actor ejecuta este mismo proceso con las palabras de su
personaje. Cuando su preocupación se centra únicamente en reproducir la letra
del guión, deja de procesar imágenes y palabras y solo repite sonidos. Esos sonidos le son tan
ajenos como los que escuchamos en idiomas desconocidos.
Las imágenes que el actor sea capaz de generar en torno a lo
que dice y siente su personaje, se transforman en su más preciada herramienta
para darle vida.
Entrenar esta capacidad de generar imágenes coherentes a la línea
de pensamiento y de acción del personaje construido, es entonces el proceso
fundamental para que todo su universo interior salga a la luz y a través de su cuerpo ayude a
contar la historia que la obra persigue.
Cuando Laurence Olivier pronunció la frase “El actor debe
ser capaz de crear un universo en la palma de su mano”, hablaba justamente de
esto. Hablaba de la capacidad que debe
desarrollar y entrenar el actor de generar, a partir de su personaje y la obra,
un universo rico en imágenes, sensaciones, climas y ambientes. Un universo que
los envuelva, a él, a su personaje, a la obra y al público.
Las palabras pueden hasta no estar si hay un cuerpo
generando un mundo interior y un personaje mostrándolo con vida y verdad.