viernes, junio 07, 2013

El destino del personaje

Cada vez que estamos ante un personaje, estamos también ante su historia y sus circunstancias. Historia que no solo se remite a lo que le ha ocurrido a lo largo de la obra sino hasta sus mismos orígenes. Muchas veces esa historia no nos es proporcionada, entonces debemos imaginarla y crearla o investigar sobre ella si es que se trata de un personaje histórico. Y todo ese compendio de datos deberá atravesar al personaje y depositarlo en la trama de la obra, estando siempre presente de alguna manera en su línea de pensamiento. Pero, ¿es posible que también hagamos presente el destino del personaje y lo “tiñamos” con él? No me refiero a cómo será su desenlace en la obra, sino más allá.  
Quizá sea una buena elección, así como mostrar las huellas de su pasado en su carácter, cuerpo y pensamiento, ir trazando en el mismo sentido, algún tenue color de cómo será su final, más allá de la historia que se esté contando.
Si muchas veces podemos verlo en los ojos de las personas casi como un tono, por qué no habría de intentar el actor, completar la composición de su personaje con este concepto.
¿Deberíamos entonces investigar o imaginar  también el final del personaje más allá de la obra para que nuestro trabajo sutilmente lo coloree de su destino?
Sería aún más compleja esa lucha que tiene el actor para que el personaje no sepa lo que él ya sabe y dejarse sorprender.
Pero si las personas son complejas la composición que hagamos de ellas en escena también debe mostrar esa complejidad.
Quizá sea una forma de humanizar más al personaje y a la vez un nuevo riesgo. Se trata de intentar, probar y profundizar más en esa búsqueda que es parte del trabajo y del destino del actor.

Julio Chiorazo