sábado, junio 20, 2015

Los fantasmas del actor

Uno de los desafíos que enfrenta un actor en su trabajo, es ahuyentar y lidiar con sus propios fantasmas.
En su libro “El teatro como máquina de la memoria” (1), Marvin Carlson refiere a esto:

"El cuerpo reciclado de un actor, que ya es un portador de mensajes semióticos, evocará casi inevitablemente en un nuevo papel el fantasma o los fantasmas de papeles previos, si han dejado alguna impresión en los espectadores, cualquiera que esta sea. Este fenómeno influye a menudo en el proceso de recepción y puede incluso dominarlo…”

"Pero aún cuando un actor se esfuerza en variar de papel, está atrapado en los recuerdos de su público, especialmente cuando su reputación aumenta, por lo cual cada nueva aparición requiere una renegociación con esos recuerdos..."

Esta negociación que propone Carlson, es además, negociar con sus propios recursos, con los cuales el actor, una y otra vez, debe dejar sobre el escenario al “personaje”, monitoreado por el “actor”, quien debe  ir modelándolo y conduciéndolo sin quitarle vida.
Por eso es que un actor debe, incesantemente, a lo largo de su carrera, enriquecer sus recursos, con trabajo, con investigación y con entrenamiento de su técnica y de sus tres herramientas fundamentales: imaginación, cuerpo y voz.
Aunque muchas veces, resulte dificultoso, además de la calidad de los proyectos, la elección de los papeles a interpretar se vuelve muy importante en la carrera del actor.
Todos recordamos actores encasillados en los mismos tipos de personajes o lo que es menos agradable, un actor dando la misma forma a un Rey medieval que a un Mendigo del siglo XXI.
Poder esconder al actor detrás del personaje y que este tenga historia, vida, pensamiento y voz propios, es la misión a cumplir.

Julio Chiorazo


(1) CARLSON, Marvin: El teatro como máquina de la memoria. Michigan (Estados Unidos),  Universidad de Michigan, 2001. Ediciones Artes del Sur, 2009